Rusia se prepara para la ofensiva final sobre Mariúpol, la ciudad del sur de Ucrania que da acceso al mar de Azov. Sus intenciones quedaron claras este domingo, cuando el Kremlin dio un ultimátum a los invadidos para que rindan la ciudad, exigiendo una respuesta antes de las cinco de la mañana de este lunes, hora de Moscú. El llamamiento a las fuerzas ucranianas les insta salir este lunes antes del mediodía.
La respuesta no se hizo esperar: Ucrania ha rechazado entregar las armas de su ejército y abandonar la ciudad. La viceprimera ministra y jefa del Ministerio de Transportes y Comunicaciones del país, Iryna Vereshchuk, dijo a primeras horas de la madrugada de este mismo lunes que el Ministerio de Defensa de Rusia había enviado una carta a Kiev de ocho páginas «que son un regreso en la historia y un delirio». «No podemos hablar sobre la entrega de armas. Ya hemos informado a la parte rusa al respecto», añadió.
A lo largo del domingo, los ataques en la ciudad se sucedieron. El Ayuntamiento de Mariúpol denunció un ataque ruso contra una escuela de arte que servía de refugio a más de 400 personas, muchas de las cuales se encontraban todavía bajo los escombros a última hora de la jornada.
La situación es tan límite en la ciudad que sus vecinos han llegado a recoger agua de la lluvia y cocinar palomas que encontraban en las calles para sobrevivir al cerco de las tropas rusas, ante la falta de suministros básicos.
Mientras, también en Kiev continúan los ataques: el alcalde de la capital, Vitali Klitschko, informó este domingo por la noche de que se habían producido «varias explosiones» en el distrito de Podilskyi. Según los servicios de emergencia de Ucrania, los «bombardeos enemigos» en esa zona provocaron incendios y daños en un centro comercial, con el resultado de al menos cuatro muertos y un herido.
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