Lo que hace un año y dos meses iba a ser para algunos un paseo militar de Rusia en Ucrania, se ha convertido en un sangriento conflicto que no deja de arrojar muertos a las estadísticas y en el que las tropas de Putin no tienen logros significativos.
Y no solo eso, sino que Ucrania, reforzada por la ayuda internacional tanto en armas como en dinero, está pudiendo contraatacar. Tan es así que Putin ya se teme una ofensiva ucraniana para recuperar la península de Crimea, que Rusia se anexionó en 2014.
Según publica el Daily Mail, las tropas rusas están construyendo barricadas y trincheras en las playas de la península y cerca de las principales rutas de acceso en Crimea.
Además, las trampas para tanques se están colocando en el estratégico istmo de Ak-Monai, junto a la autopista de Taurida.

Vladimir Putin ha aceptado que debe sacrificar la enorme industria turística de la región este verano para resistir un posible avance ucraniano como parte de una esperada contraofensiva de Kiev.
Las playas, un destino popular entre los turistas rusos y ucranianos, se han vuelto prácticamente inutilizables, acabando así con la temporada de verano del año 2023.
Las costas del norte de Crimea están siendo defendidas de manera más intensa, lo que lleva a pensar que Rusia empieza a ver la península como vulnerable, por lo que se han establecido posiciones defensivas de artillería.
A principios de esta semana, Ucrania dijo que podría negociar con Rusia sobre Crimea, pero solo si llega hacia las fronteras de la península, un avance muy grande desde sus posiciones actuales. Para Putin, la pérdida de esta región sería devastadora, quizás un golpe terminal para su régimen, y se considera impensable en Moscú.